Crónica del viaje a Perú

Del 13 al 28 de Julio de 2019

TREKKING EN PERÚ

Este pasado mes de julio dos mujeres y nueve hombres, de recia experiencia montañera, nos propusimos hacer un trekking en los Andes de Perú que incluía cumbres y collados de más de cinco mil metros. Llevábamos soñando con aquellos parajes mucho tiempo. El que más y el que menos tenía sus dudas sobre si su forma física resistiría el esfuerzo y la altura, todos nos habíamos preparado para afrontar este desafío. Nuestra media de edad está alrededor de 60 años, así que no somos precisamente unos mozalbetes.

Nos juntamos en Huaraz, y tras un par de marchas de aclimatación a las lagunas de Wilcacocha, Ahuac y Churup, nos dirigimos a la cordillera Huayhuash, a 5 horas en coche, para comenzar nuestro trekking en Quartelhuain cerca de LLamac, a donde volveremos después de rodear el macizo  en un trekking que transcurre a una altitud de entre 3.800m y 5.300m. Nuestra tarea consiste en andar y andar, subiendo puertos, bajando valles, rodeando siempre a los nevados imponentes y taciturnos, que aceptan nuestra injerencia con su pasmosa quietud, su altura soberbia, su frialdad de carácter y ese saber estar ante cualquier inclemencia o situación. Nos aceptan como compañeros, solamente con la condición de que nos quedemos con la boca abierta ante su magnificencia… nosotros cumplimos obedientes ese mandato.  

Nuestra comitiva no es exigua: una decena de burros, dos guías, dos cocineros, cinco porteadores, dos arrieros, once montañeros y dos caballos como soporte en caso de emergencia… una pequeña multitud que tendrá que moverse a las órdenes de los jefes Fredi y Lucho sorteando quebradas, riscos, lagunas y hondonadas.

En la entrada al Parque un cartel reza así: “Bienvenido al mejor trekking del mundo. Abarca parte de las provincias de Ancash, Huanuco y Lima. Tiene una extensión de 67.600 hectáreas. Esta área natural protege a la cordillera del Huayhuash que es un conglomerado de 21 nevados dominados por el Yerupajá que tiene 6.634 m, que es la segunda cumbre más alta del Perú y otras 5 cumbres que sobrepasan los 6.000m. Sus glaciares dan origen a 46 lagunas”. Yo no soy partidaria de comparaciones o rankings entre unas bellezas y otras, pero les permitimos a los peruanos esta licencia excesiva por mor de su orgullo patrio.

El nombre de Huayhuash se debe a que la silueta de la cadena tiene la forma del animal llamado con ese mismo nombre, que abunda en la zona y parece que tiene jorobas cuando corre. En castellano es la comadreja. Los pocos árboles que resisten estas alturas y latitudes son los quinuales con sus anaranjados troncos, retorcidos por esta intemperie y que se descaman con suma facilidad.  

El paisaje se conforma en los valles con los colores ocres del pastizal, la “puna” con los pajonales, donde serpentean los ríos que comunican las abundantes lagunas de distintos tonos de azul: turquesa, celeste o cobalto, a veces rojizas o pardas. Detrás emergen los picos montañosos con sus glaciares de hielo blanco azulado que brillan a leguas y descienden sin movimiento aparente laderas abajo en una cascada sin ruido. Y arriba están ellos, (o ellas) los nevados/as, con su camisa blanca o su manto de armiño, que se incendian en las amanecidas y en el crepúsculo con llamaradas de fuego y en las noches coquetean con las estrellas. Y nosotros miramos embobados, casi en trance, el espectáculo magnífico de estos Andes.  

 En estos 8 días las marchas son duras especialmente por la altura. El que más y el que menos sufre el soroche con dolores de cabeza, cansancio y malestar estomacal. Además hace un frío intenso, especialmente por las noches, cuando las temperaturas bajan de cero. Algunos días al despertar, cuando nos traen un poco de agua caliente en una palangana para espabilar, nos encontramos con una capa de hielo sobre nuestras tiendas. Hay pocos grupos haciendo nuestro mismo recorrido, tan solo unos israelitas jóvenes y bulliciosos y algunas parejas montañeras. Afortunadamente este circuito es menos frecuentado que la Cordillera Blanca.

Nuestra caravana avanza de 10 a 18 km al día, salvando desniveles de entre 500 y 1.300 metros y rodeando los seismiles de esta zona: Yerupajá, Sarapo, Jirishjanca, Rasac, y Siulá, famoso porque en 1985 los británicos Joe Simpson y Simon Yates, tras coronarlo por su cara oeste, protagonizaron uno de los descensos más imposibles en la historia del alpinismo, como se narra en el libro "Tocando el vacío" de J. Simpson.  Recomendamos esta película que recrea la increíble aventura de supervivencia. Por aquí han pasado muchos otros famosos alpinistas como Bonatti o Messner.

Los cincomiles que vamos admirando estos días son, el Rondoy, el Carnicero, el Trapecio… El séptimo día uno de nosotros, Jesús, que está en las mejores condiciones físicas y con enormes ansias cimeras, consigue hacer la cumbre del Diablo Mudo (5.350m) acompañado de uno de los guías, Lucho. Salen a las 3 de la mañana y hacen cumbre a las 7. Los demás hemos desistido y vamos por el paso Yaucha (4.750 m). En el campamento de la laguna de Jaguacocha, que tiene forma de jaguar, nos juntamos a celebrar el éxito conseguido. Hemos estado todo el día pendientes de noticias suyas y aquí abajo nos cuentan los detalles de la hazaña. La cima de esta montaña es alomada pero tiene algunas rampas de fuerte pendiente del 60% que requieren buenos aseguramientos de cuerda. Ignoramos el porqué de ese curioso nombre para una montaña. Diablo sí, porque aquí subir cualquier cumbre es endiabladamente difícil, pero de mudo nada porque los estruendos de las avalanchas se hacen oír a varios kilómetros. 

Nos vamos encontrando por el camino llamas, alpacas, muchas vacas…  A veces las gaviotas andinas, con el pico y la cola negros, nos reciben en los campamentos con sus graznidos. Otras veces encontramos gansos andinos o ibis negros y hemos tenido la suerte de ver un cóndor sobrevolando nuestras cabezas, con su tranquilo planear y su enorme envergadura. ¿Andaría buscando alguna vizcacha? (especie de conejillo montañés que habita en los Andes, emparentado con la chinchilla)

Las gentes que habitan estos lugares se dedican a la ganadería. Les pagamos un pequeño impuesto cuando pasamos por sus territorios. Vemos a las cholitas con sus trenzas, su sombrero hongo y sus faldas superpuestas de mucho vuelo, cargando siempre con niños o fardos a sus espaldas. Los hombres enjutos con sombrero y bastón. Los niños lindos tostados por el sol.  ¡Que dura es la vida del altiplano!

El octavo día volvemos a LLamac. Nos cuesta despedirnos de estas montañas que vamos dejando a nuestras espaldas especialmente del Yerupajá que es de una belleza despampanante. Nos volvemos una y otra vez hechizados por un extraño magnetismo. Unos dicen que su nombre significa paja blanca en quechua, otros que su significado es resplandor de luna, más poético. El caso es que su cumbre piramidal rasga el cielo hiriéndolo de blancura y luego extiende sus blancos brazos envueltos en una larga túnica que cae en pliegues verticales hasta el circo de su glaciar.  

Retornamos a Huaraz para partir al día siguiente hacia el Parque Nacional del Huascarán, donde nos proponemos ascender el Ishinca (5.530 m). En una primera jornada se alcanza el campamento del Ishinca (4.350m) subiendo junto a un río verde lechoso rodeado de un fabuloso bosque de quinuales, que va cantando a nuestro lado en regatos y cascadas.  Acampamos en una extensa planicie junto al refugio, una buena edificación donde podemos disfrutar de ducha caliente.

Tras un día de descanso salimos a las 2 de la mañana, subiendo lentamente hasta el refugio-vivac Longoni (5.000 m).  El frío es muy intenso en la oscuridad de la noche. Comienza un terreno descompuesto, con enormes bloques de piedras destartaladas. Después se forman las cordadas para ingresar en el glaciar con sus seracs y zonas irregulares. Avanzando lentamente la nieve se vuelve más llana y se puede ascender por pendientes no muy pronunciadas de 20 o 30º.  Se llega a un collado que da paso al Ishinca superando grietas y agujeros. Al final de una última rampa de 45º Mariano, Jesús y Dani alcanzan la cumbre, con la imprescindible ayuda de los guías Lucho y Pelayo. Sentimos una enorme alegría y satisfacción. Algunos nos hemos quedado en el refugio de la morrena a 5.000m, otros en el borde del glaciar. Las fuerzas no nos han acompañado hasta el final pero todos vemos el amanecer del Ishinca y los campeones además pueden contemplar otras cimas: los Urus, Ranrapalca, Tocllaraju, Palcaraju, Huascarán y muchos más picos de este paraíso andino.

Este viaje quedará retenido en nuestra memoria para siempre.   Estas montañas fabulosas nos han hecho sufrir el mal de altura, pasar un frío de mil demonios, andar con las tripas a la virulé y caminar muchos kilómetros. Los amigos que hemos compartido la aventura, somos más amigos. Las personas somos mejores personas porque las montañas nos dan, además de su belleza, temple y fortaleza.

                                                                       Carmen Sánchez Cunqueiro